Un tranvía llamado deseo.

Era de madrugada, pero aun así a Ignacio se le hacía un poco tarde, y la locomoción demoraba en pasar.

Salio tarde de la casa, estando afuera sacó las llaves para cerrar la puerta y dejarla asegurada, últimamente el barrio había estado muy peligroso. Caminó tres pasos para llegar al portón mientras su abrigo se mecía con el viento, lo abrió y salio rumbo al paradero del tranvía que pasaba a tres cuadras.

Vestía con pantalones de tela y unos zapatos negros muy brillantes, encima llevaba puesto un abrigo plomo de lanilla que cerraba con grandes botones negros, en su mano sostenía un paraguas, porque según lo que vio en la televisión anoche se pronosticaban lluvias para la tarde, a pesar del sol que había esa mañana.

En el paradero sólo se encontraba una señora con su hijo y nadie más. Esperó el tranvía que no debía demorar, su pies comenzó a moverse de arriba hacia abajo de forma constante mientras que con su mano derecha se tomaba el pelo hasta que de pronto se escucho la llegada del tranvía que paró frente al paradero.

Al abrir la puerta subió la señora con su hijo, y al subir Ignacio tropezó, pero no alcanzo a caer, luego metió su mano al bolsillo buscando las moneda para pagar, urgeteó hasta que encontró lo justo y al estirar su brazo para entregarle el dinero al chofer las monedas cayeron al suelo rebotando contra este y saltando hacía el exterior, fue en ese momento cuando alguien que estaba sentado en los primeros puestos se paró y se dirigió hacía la cabina del chofer, sacó con delicadeza la billetera de su bolso y sacó monedas con las cuales pagó el pasaje de aquel hombre.

El tranvía no iba lleno y ambos se sentaron juntos, así Ignacio podía agradecer por el favor que le habían hecho. Se fueron todo el camino conversando, encontrándose muchas cosas en común e intereses similares, entre medio de la conversación se oye una voz lánguida avisando que se acercaba a la última parada siendo en ese momento cuando la cara de Ignacio de quiebra en mil pedazos y en conjunto salían sonidos de su boca exclamando que se había pasado de la parada de su trabajo y que ya no había caso volver, el atraso era demasiado.

En la última parada tomaron la decisión de hacer algo juntos y en ese mismo instante el corazón de Ignacio volvio a latir y su respiración volvió a ser irregular, como no lo había sido ya hace muchos años. El tiempo se detuvo eternamente en aquella parada, la lluvia comenzaba caer antes de lo previsto, Ignacio abrió su paraguas, sus manos heladas hacían que todo le saliera torpe, su respiración agitada se escuchaba a pasos de él, las palabras no le salían, sólo habían pensamientos dando vuelta, cosa que no entendía. El tiempo retomo su curso y la compañía de Ignacio duró para toda la vida.

1 comentario:

tween dijo...

wn T_T amé a ignacio con todo mi corazón de persona y de jirafa [+ el de shinigami ahora]...:F así que ese era el tranvía llamado deseo ah...com que cada vez que lo leía te iba a preguntar, aunque todavía presiento que el título viene de otra parte.
:O amo la lluvia, trenes y niños en él (L) haahaha bueno no sé..sí reviso tu blog todos los días, lo que pasa es que todavía no revisaba el mío y por ende no el tuyo xD hahaa
=*

pd: hay una parte donde dice "pies" XD obrrale la S